En una gran población del norte de África un funcionario público, jefe del departamento de desratización, lucha contra los millones de ratas que amenazan la ciudad. Solitario, de carácter obsesivo y sensible hasta rozar la paranoia, se entrega a su trabajo de manera ejemplar. Toda su vida discurre bajo un orden extremo, no deja nada al azar, a lo que añade la manía de anotar reflexiones íntimas y secretos sobre pequeños trozos de papel. Fábula política en la que el autor desarrolla con humor una aguda crítica al régimen argelino, a una burocracia capaz de castrar cualquier atisbo de libertad de expresión, generando una realidad asfixiante de la que es imposible escapar.