Adolfo Serra construye un escenario que se muestra al lector de manera inquietante, invitándolo a develar la historia y a reflejar en ella sus propias emociones y sentimientos para, finalmente, crear un relato único que le pertenezca sólo a él. Con una paleta reducida de colores y una provocadora portada, el autor narra la historia de un niño que descubre en el reflejo del agua más que su propio rostro y, animado por su imaginación, el personaje emprende un viaje a través del bosque, el cual se va poblando de sus sueños pero también de sus miedos. En su recorrido, lo acompaña un enigmático personaje, quien le muestra el camino para avanzar en la espesura hasta llegar a la ciudad, donde nuevas preguntas lo sorprenden.