El Estado necesita de las ciudades, porque es donde se genera la riqueza, donde se construyen los imaginarios del poder y se fabrican los hilos que tejen el pensamiento y la cultura. También el lugar donde habitan sus élites, incluida la burocracia, los altos funcionarios y los actores económicos y financieros. Pero a su vez, las niega como realidades políticas porque quiere conservar el control. Las ciudades, sin embargo, empiezan a pensar que no necesitan al Estado, que en un mundo donde el concepto de soberanía se ejerce por encima de ese Estado, el intermediario sobra.El periodista Josep Maria Martí Font relata con detalle las características de las ciudades globales, sobre sus retos en un mundo que sigue dominado por instancias de gobierno intermedias o por los gobiernos centrales o federales.