Si la escritura es un misterio, la reflexión acerca de ese acto insondable es fascinación, y para ella se requiere de lucidez y de una forma única de desdoblamiento. Rodrigo Soto (Costa Rica, 1962), uno de los más grandes narradores de su generación, emprende la historia personal de ese acto primigenio de escritura con humor, sagacidad y, sobre todo, con la certeza de que meditar sobre lo escrito siempre es escribir de nuevo, crear de nuevo.