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(Montevideo, 3 de septiembre de 1940- 13 de abril de 2015). Galeano tiene una larga carrera tanto en el plano personal como en el profesional. Con tan sólo trece años empezó a publicar caricaturas para el diario El Sol, un periódico socialista en Uruguay, bajo el pseudónimo de "Gius" por la dificultosa pronunciación en castellano de su primer apellido (Hughes).Desde muy joven empezó a trabajar; fue obrero en una fábrica de insecticidas, recaudador, pintor de carteles, mensajero, mecanógrafo, cajero de banco y editor. En la década de los setenta un grupo derechista militar en Uruguay lo encarceló. Por esta causa se marchó a Argentina, donde le ocurrió lo mismo. El régimen de Videla tomó el poder tras un sangriento golpe militar y su nombre fue agregado a la lista de aquellos condenados por los escuadrones de la muerte. Días y noches de amor y de guerra, se enmarca en los días de la dictadura en Argentina y Uruguay.En esta ocasión se exilió en Cataluña, en Calella, al n rte de Barcelona donde publicó en revistas españolas y colaboró con una radio alemana y un canal de televisión mexicano. En este período escribe su famosa y premiada trilogía Memoria del fuego.Con todo, la obra de Galeano no es lo único importante. Vinculado a causas políticas y defensor de la ideología de izquierdas, recuerda cuando siendo miembro de la juventud socialista iba de pueblo en pueblo a hablar de socialismo ante la mirada atónita de aquellos pocos que se paraban a escucharle.Galeano abogaba por las ideas que condenan el neoliberalismo y sigue apostando por un socialismo real. Insiste en la crítica situación en la que se encuentra Latinoamérica, sobre todo entre las nuevas generaciones que no creen en la democracia. Según Galeano, cuando un gobierno adopta soluciones que comprometen a diferentes generaciones, tiene la obligación de consultar el pueblo, porque son soluciones que tendrán repercusiones durante mucho tiempo.En 1985 regresó a Uruguay, donde, tras haber superado una operación en el año 2007, residía en Montevideo. Uno de los lugares que le gustaba frecuentar era el café El Brasileiro; además dirigía su propia editorial El Chanchito. |