Ver amorosamente pese a todo, el dibujo en tres actos, es un libro producto de la experiencia, el afecto y una profunda convicción en las posibilidades del ver y del dibujar. A partir de unos pocos autores, y de las resonancias entre ellos, Francisco López nos introduce en la pasión por el dibujo, entendiendo que éste más allá de un asunto técnico es una práctica amorosa, perceptiva y ensoñadora. Con Roland Barthes y sus Fragmentos de un discurso amoroso nos invita a vivir el libro como una experiencia afectuosa, tanto para él como para el lector, con el convencimiento que es desde lo sensible como aprendemos y nos vinculamos con el mundo. Desde Georges Didi Huberman y sus textos Lo que vemos, lo que nos mira y La imagen mariposa, nos hace comprender que la simplicidad de la forma no significa la simplicidad de la experiencia: hay cosas sencillas, pequeñas, mínimas, imperfectas, que al verlas nos miran; nos interpelan propiciándonos intensidades sensibles y poéticas. Con Gaston Bachelard, y su Poética del espacio, ratifica lo anterior: cualquier lugar, cualquier espacio, está pleno de mundos para un soñador de rincones, objetos, ventanas, puertas. La casa protege al soñador.