En "Piel de serpiente" el poeta se vuelve conducto de la fluidez y su verso largo y libre es como una garúa que no cesa. La ciudad desolada, sucia; la desesperanza; el amor como anhelo, nostalgia, sensualidad y decadencia; la hipocresía de lo cotidiano que se vuelve sórdido y casi administrativo se hacen presentes mediante figuras retóricas inesperadas y la experimentación con las formas. Desde una neblina que lo cubre todo, esta antología se asoma en ocasiones también a la luz del sol para hablar de ella como algo tan manifiesto y palpable como la tristeza. Es la búsqueda de lo que se sabe inalcanzable, de una esencia reconocida pero vedada para el poeta que no desiste, sin embargo, en su tentativa por desentrañarla.