Aitor sacó un cigarro de aquel paquete de tabaco que había cargado en la mano todo el camino para no mojarlo y lo colocó en su boca para encenderlo. Me perdí en el movimiento de sus gruesos labios, sujetando sin esfuerzo aquella pequeña máquina de humo que se perdía en el ambiente, y recordé el sabor de su boca mezclado con tabaco. Mi mirada se despistó, siguiendo la trayectoria del humo, intentando dejar la mente en blanco.-¿Recuerdas aquel día que nos escapamos de la ciudad y nos vinimos aquí, a este mismo río, a no hacer nada más que estar el uno con el otro? -preguntó con la mirada ida al frente.No, no lo recordaba. De hecho creía que se había vuelto loco, porque yo jamás había estado en el bosque y aquello nunca ocurrió. Al menos conmigo.-No, Aitor, eso nunca pasó.-Cierto, pero podría haber pasado en algún momento de nuestra historia y, sin embargo, nunca pasó. -Me miró fijamente a los ojos y dio una calada al cigarro-. ¿Por qué, ojazos? ¿Por qué te fuiste?Edición limitada con contenido inédito incluido.