Tras una ola de terribles asesinatos, los habitantes de la Isla de Lugh están cada vez más preocupados. Nadie sospecha que los autores de los crímenes son el conde Hofer y su mayordomo. Al no ser descubiertos por la inteligencia local, el Parlamento del reino contrata a un detective privado para que se encargue del caso, pues los cruentos homicidios no dejan de suceder.