De la muerte se habla poco y de la muerte de un hijo mucho menos, pero los padres y las madres que hemos pasado por el horror de ver morir a un hijo necesitamos, desesperadamente, expresar nuestros sentimientos. Es, creo, una necesidad vital que nos aleja de la locura y nos ayuda a encontrar, de nuevo, sentido a la vida. Porque, aunque parezca mentira, es posible renacer después de un golpe así.
Testimonio valiente y esperanzador, este diario, que Mercè Castro empezó a escribir poco después de la muerte de su hijo, cuando se sumergió en la peor de las pesadillas que podemos imaginar, nos deja compartir el fiero dolor y el consuelo. ¿De dónde nace el consuelo?¿Qué amigos, qué libros, qué pensamientos, qué creencias la han ayudado a ella?